Una mirada mediante un análisis crítico histórico permite revelar de manera evidente que las categorías sexuales contemporáneas se definieron recientemente durante el S. XIX, y que la presencia del género como uno de los elementos principales de la sexualidad no fue accidental, sino que se desarrolló motivado por la presión de reforzar el constructo binario de ser hombre o mujer. Con base en lo anterior, se deduce que en la narrativa literaria cuando un personaje establece un vínculo sexual con miembros de ambos géneros, la preferencia sexogenérica del personaje se interpreta dentro del marco del binario hetero-homosexual, lo cual podría decirse de la misma forma sobre una persona desde una visión reduccionista aún en la actualidad.
Sin duda, la bisexualidad es un tema muy profundo, sensible y complejo, el cual ha se ha analizado desde diversas áreas del conocimiento y naturalmente desde distintos ángulos. Principalmente, se ha visualizado como un concepto, un término descriptivo, una categoría de preferencia sexual y una identidad sexual.
Como punto de partida, en la literatura médica y psicológica se tiene referencia de la homosexualidad como una enfermedad mental desde finales del S.XIX, por lo que varios teóricos consideraron el concepto de bisexualidad muy útil para entender la homosexualidad desde la perspectiva de la teoría de la evolución, considerándola como un punto de inflexión o transicional en esta época. Posteriormente, en el S.XX diversos autores desde una perspectiva psicoanalítica consideraron la bisexualidad como un factor intrínseco en el desarrollo psicosexual y que el ser humano tiene una reforzada predisposición innata claramente en este aspecto, dándole una mayor visibilidad.
Sin embargo, es importante reconocer y visibilizar que las personas con una construcción identitaria bisexual se enfrentan a grandes retos por parte de una sociedad heteropatriarcal, así como también del propio colectivo LGBTIQ+. Uno de los principales retos es el rechazo social a la bisexualidad mediante experiencias de borrado, lo que fomenta el estigma y los estereotipos en el imaginario colectivo, así como la negación última de la identidad bisexual, provocando un impacto psicológico y de estrés importante sobre las personas que tienen esta vivencia.
Desde la perspectiva psicológica, social y teórica, el discurso sobre las identidades bisexuales se ha desarrollado en una dirección y actitud más positiva, resultante también de una crítica hacia la visión dicotómica de la preferencia sexual y de la cimentación de una perspectiva multidimensional más allá del paradigma monosexual.
Perspectivas sobre la bisexualidad
La transición hacia un enfoque descriptivo y multidimensional ha facilitado en gran medida la compresión de las complejidades de la preferencia e identidad sexual, así como ha logrado visibilizar las diversas investigaciones y teoría sobre la homosexualidad y la bisexualidad.
La preferencia sexogenérica ha sido analizada como uno de los cuatro componentes de la identidad sexual, junto con el sexo biológico, identidad de género, y rol sexual social. La literatura de investigación ha incluido una variedad de criterios para definir preferencia sexual, los más frecuentes han sido: comportamiento sexual, apegos afectivos (relaciones sexuales), fantasías eróticas, estimulación sexual, preferencia erótica, e identificación como bisexual, heterosexual, o homosexual (Shively, Jones y De Cecco, 1977 y 1984, como se cita en Fox, Garnets y Kimmel, 2003).
Partiendo de las bases, la bisexualidad ha existido como concepto y término descriptivo desde que se conceptualizó el proceso de desarrollo psicosexual en la teoría psicoanalítica. “La designación bisexual ha sido utilizada como un término descriptivo para referirse a individuos con atracciones o relaciones heterosexuales y homosexuales” (Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p. 86). En esta línea de pensamiento, Sigmund Freud y autores contemporáneos consideraron que “todas las personas originalmente son bisexuales en su predisposición. No hay excepción a esta regla” (Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p. 87).
Es importante destacar y reconocer que, aunque la identidad bisexual forma parte del colectivo LGBTIQ+, ha sido una de las letras más estigmatizadas e invisibilizadas debido a una visión binaria de la realidad y el entendimiento limitado a favor de los comportamientos monosexuales como universales.
“Este es el resultado de la polarización de las orientaciones sexuales en heterosexualidad y homosexualidad, así como también una variedad de maneras en las cuales el término bisexualidad ha sido usado y definido en la teoría, práctica clínica, e investigación” (Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p. 86).
Richard Troiden (1988) también visualizó la bisexualidad como una categoría válida de preferencia sexual, sin embargo consideró que la falta de un reconocimiento social afectaba la capacidad de los individuos de sostener una identidad bisexual. “La falta de voluntad de las personas en general, y de las personas amadas en particular, de reconocer las preferencias bisexuales hace más difícil de mantener y validar estas preferencias” (Troiden, 1988, como se cita en Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p. 91). De esta manera puntual, se enfatiza que las identidades bisexuales tienen un soporte continuo de las instituciones socioculturales, mientras que las homosexuales se reconocen y refuerzan por medio del sistema de soporte propio dentro de la comunidad homosexual, dejando a las identidades bisexuales en un punto intermedio donde aparente y lamentablemente no existe apoyo.
Indudablemente, a través del tiempo se ha tenido un cambio en los paradigmas teóricos motivado en gran parte por la presencia de la teoría identitaria lésbica y gay, que representó un cambio importante en la teoría del desarrollo psicosexual, alejándose de la etiología y psicopatología con características de un modelo de enfermedad. “Aunque originalmente las teorías de identidad lésbicas y gays visualizaron la bisexualidad como un fenómeno transitorio, a través del tiempo el enfoque se ha desplazado de una visión estricta dicotómica de la orientación sexual hacia una perspectiva más inclusiva en la cual la bisexualidad se considera una orientación sexual e identidad distinta” (Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p. 91).
Con base en una examinación cruzada de patrones culturales del comportamiento sexual, Ford y Beach (1951) analizaron el potencial humano para la bisexualidad y lo inadecuado de tener una visión dicotómica de la sexualidad. En esta misma sintonía, Margaret Mead (1975), expresó que la bisexualidad es normal, pero que las actitudes sociales sobre el sexo y el amor restringen la expresión de las atracciones bisexuales en el comportamiento y en las relaciones sexuales (Fox, Garnets y Kimmel, 2003).
La evolución de la teoría y la investigación sobre la homosexualidad y la bisexualidad ha provocado cambios profundos en la perspectiva, especialmente haciendo énfasis en un desplazamiento desde un modelo heterocéntrico patológico de enfermedad hacia una aproximación más afirmativa y positiva sobre la homosexualidad; de la misma manera, el recorrido desde un modelo dicotómico hacia uno multidimensional de las orientaciones sexuales ha renovado y reenfocado el discurso sobre homosexualidad y bisexualidad, analizando factores que tienen un papel fundamental en el desarrollo de identidades lésbicas, gays y bisexuales positivas (Fox, Garnets y Kimmel, 2003).
Evidentemente, ha existido un proceso de transformación histórica, que se ha reflejado en el discurso teórico, social y cultural, lo cual es esencial para la familiaridad y/o visibilidad de la bisexualidad como identidad y preferencia sexual, especialmente considerando que el punto de partida y suposición primaria se basa en la monosexualidad, y por lo tanto en la exclusividad heterosexual u homosexual relacionado a un objeto del deseo o de preferencia.
Teoría Queer
Muchos autores que han analizado y escrito sobre la bisexualidad frecuentemente se han lamentado la falta de representación bisexual en el trabajo de los teóricos queer. Los autores principales de esta escuela teórica como lo son Michel Foucault, Judith Butler, Diana Fuss y Eve Segwick, han evadido este tema aun considerando que el motivo recurrente en sus escritos es ir en contra de lo binario, y de los modelos biológicos del género y la sexualidad (Callis, 2009).
Vale la pena entender por qué la gran ausencia de la bisexualidad en la teoría queer. Se puede identificar y concluir que “la bisexualidad es fundamentalmente desconcertante para la institución hegemónica de la heterosexualidad y su contraparte queer, la homosexualidad, y por lo tanto es ultimadamente ignorada por ambas” (Erickson-Schroth y Mitchell, 2009, p. 298).
Particularmente, dos de los textos seminales que se pueden citar de la teoría queer son Historia de la sexualidad (1978) de Foucault y El género en disputa (1990 y 2006) de Butler. El discurso teórico que surge de estos textos se presenta como una base teórica compatible y adecuada en cuanto a la construcción de la identidad bisexual, considerando puntualmente que la teoría queer tiene el objetivo de deconstruir la normalización de lo binario en cuanto a lo heterosexual y lo homosexual. De esta forma, en una lectura apenas superficial de Foucault y Butler se percibe un gran potencial relacionado a que las “discusiones sobre la identidad bisexual hubieran reforzado los argumentos de ambos teóricos. La identidad bisexual, por su misma existencia, juega con las categorías de sexualidad y de género” (Callis, 2009, p. 229).
Desde un punto de vista teórico “la figura de un bisexual es una amenaza a la infraestructura existente de la sexualidad que se soporta así misma enteramente sobre la población heterosexual dominante y la oposición homosexual” (Erickson-Schroth y Mitchell, 2009, p. 302).
Por lo anterior, se observa que es necesario llevar el trabajo más allá mediante un esfuerzo multi e interdisciplinario donde la combinación del discurso teórico y la evidencia empírica se entremezcle imprimiéndole un soporte al desarrollo identitario bisexual, ofreciendo una visión positiva para las personas que tienen esta experiencia de vida. Asimismo, se puede deducir y predecir que las teorías sobre bisexualidad y la teoría queer se afectan e intersectan, impactándose mutuamente lo que provocará paulatinamente una reconceptualización de las categorías de la diferencia sexual.
Identidades bisexuales
La teoría sobre bisexualidad e identidades bisexuales ha evolucionado con base en una crítica continua sobre el modelo de enfermedad o de patología original y la visión dicotómica de las orientaciones sexuales. La bisexualidad se ha examinado de acuerdo con una variedad de contextos y circunstancias en las cuales la atracción sexual ocurre. “Una aproximación multidimensional teórica a la formación de la identidad bisexual se ha desarrollado y reconoce que los individuos llegan a su identidad sexual a través de varias rutas posibles y que su identidad sexual puede mantenerse constante o cambiar como una respuesta normal ante las influencias tanto personales como sociales” (Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p. 96).
Es importante destacar que, aunque es evidente que existe una identidad bisexual personal y autónoma, su visibilidad externa y social tal parece que depende y radica recurrentemente en dos factores importantes: la naturaleza de las prácticas sexuales que realiza (actos o prácticas homosexuales o heterosexuales), y la identidad de su pareja dentro de una relación.
“El comportamiento sexual parece que está restringido por la estructura y dinámicas de las relaciones vigentes en las que los individuos se encuentren comprometidos” (Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p. 104).
Con base en lo anterior y con una visión similar, Erickson-Schroth y Mitchell (2009) afirman que “los bisexuales en relaciones regularmente se incorporan en la orientación sexual dictada por la relación, más allá de retener su estatus como bisexuales” (Erickson-Schroth y Mitchell, 2009, p. 300).
Desde una visión de investigación empírica, se han definido varias tipologías de bisexualidad con base en el comportamiento pasado y presente de las muestras analizadas. Fritz Klein (1978 y 1993) distinguió cuatro tipos de bisexualidad: transicional, histórica, secuencial, y concurrente (Fox, Garnets y Kimmel, 2003). Cada uno de los tipos posee características específicas y son igualmente válidas como procesos individuales y personales, teniendo la capacidad de cambiar de tipología con el tiempo o incluso de mostrar características de varias de manera conjunta.
Definitivamente, otros factores que se han identificado y que son relevantes en cuanto al comportamiento y la identidad bisexual son: el contexto social en el cual una persona vive (heterosexual, homosexual, o ambos); las relaciones en las cuales el individuo ha estado involucrado; y qué tan abierto ha sido la persona con otros acerca de ser bisexual (Doll, Peterson, Magana y Carrier, 1991, como se cita en Fox, Garnets y Kimmel, 2003).
El proceso de formación de la identidad bisexual se puede definir de la siguiente forma: primeras atracciones sexuales, comportamiento y relaciones; autoidentificación como bisexual; y apertura sobre la preferencia sexual con otras personas. En este sentido, varios autores han examinado el proceso de desarrollo identitario bisexual de manera empírica y han discutido el proceso de salir del closet tomando como base las conclusiones de sus investigaciones; este proceso se intersecta con el de la formación de la identidad y se puede enlistar de la siguiente manera: autoaceptación, resolución de la homofobia social, desarrollo de una red de apoyo, decisión en cuanto en quién se puede confiar y tener apertura sobre la preferencia sexual, y lidiar con las preocupaciones sobre la apertura en contextos profesionales (Twining, 1983, como se cita en Fox, Garnets y Kimmel, 2003).
Es importante resaltar la importancia de la confianza y la seguridad para tener un comportamiento abierto y asertivo en relación a la preferencia sexogenérica, ya que ésta última forma parte fundamental de la integración de la identidad personal de cada individuo, por lo que tener esa capacidad de tener un libre desarrollo de la personalidad y la expresión de la misma es primordial. En esta dirección, la teoría identitaria lésbica y gay enfatiza la importancia de tener una apertura en cuanto a la preferencia sexual para el desarrollo de una identidad integrada lésbica o gay, y de igual forma “los hombres y mujeres bisexuales primeramente revelan su orientación sexual hacia otra persona alrededor de las mismas edades, al mismo tiempo que se consideran así mismos bisexuales por primera vez” (Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p.112).
Se ha determinado que múltiples factores influencian el desarrollo de identidades bisexuales, de la misma forma que para la heterosexual, gay y lésbica. Los “factores que a través de la investigación y la teoría se han encontrado como relevantes para la identidad [son]: sexo biológico, identidad de género, roles de sexo social; atracciones sexuales, fantasías y comportamiento; preferencias emocionales y sociales; y el estilo de vida, así como si existió una identidad previa lésbica, gay, o heterosexual (Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p.116).
Para las personas bisexuales, la permanencia de las visiones polarizadas sobre las orientaciones sexuales y la relativa falta de visibilidad de la comunidad bisexual complica y obstaculiza el proceso de llegar a una aceptación sobre vivir una atracción tanto heterosexual y homosexual de manera paralela. De la misma manera, se puede identificar que al igual que las otras identidades, y especialmente las identidades diversas, estas construcciones no son estáticas, sino que van evolucionando y transformándose a través del tiempo y de las experiencias que se van presentando en la vida, lo cual enriquece el proceso a través de la vivencia y la reflexión cuestionándose acerca de lo establecido, para finalmente considerar la fluidez como una opción real y aterrizada con un potencial infinito.
Binegatividad y comunidad
Lamentablemente, el contexto sociocultural alimentado por una visión restringida de un mundo binario ha presentado de manera continua estereotipos un tanto desatinados en la literatura y medios diversos, los cuales se han basado en todo tipo de suposiciones. Una de las principales ideas es que la bisexualidad es solo un período de transición hacia la exclusiva homosexualidad o heterosexualidad, otra es que los bisexuales están en negación, y que están tratando de evitar el estigma relacionado con la identidad gay. “El impacto de estos estereotipos ha provocado que muchos hombres y mujeres bisexuales se sientan marginados dentro las comunidades heterosexuales y homosexuales” (Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p. 94).
En el imaginario colectivo existen estereotipos muy visibles hacia la bisexualidad y hacia personas bisexuales, estos se asocian regularmente con “la infidelidad, promiscuidad o inestabilidad emocional y en algunos casos, generan poca satisfacción con la orientación bisexual” (CONAPRED, 2018, como se cita en Olvera-Muñoz, 2021, p.2).
Por otra parte, en la literatura sobre el desarrollo de la identidad bisexual, se han estudiado dos componentes que explican la construcción identitaria: la influencia del rechazo social a la bisexualidad y el proceso de reflexión individual de asumirse bisexual (Olvera-Muñoz, 2021).
Por lo anterior, “las experiencias de borrado de la bisexualidad deterioran las maneras de enunciarse bisexual, y a su vez uno de los factores generadores de estrés en personas bisexuales es la negación de la identidad bisexual” (Olvera-Muñoz, 2021, p.2).
Es preocupante que, recientemente investigaciones han identificado la presencia de binegatividad internalizada al momento de asumirse bisexuales en algunas personas, “por binegatividad internalizada se entiende el espectro de acciones que se realizan como parte del rechazo social hacia la bisexualidad y a las personas bisexuales e integra la valoración negativa de la bisexualidad y las ideas monosexistas” (Olvera-Muñoz, 2021, p.2).
A partir de lo mencionado es que propuestas como la de Perera y Arenas (2019) cobran gran importancia al establecer un modelo de construcción de la identidad bisexual en seis fases: a) curiosidad por experimentar; b) obstáculos; c) confusión en el desarrollo de la identidad bisexual; d) conformidad parcial con la identidad bisexual; e) reconocimiento de la bisexualidad como orientación sexual; f) yo soy así (Olvera-Muñoz, 2021).
Es importante señalar que la posible asociación de la bisexualidad y las personas bisexuales con algo negativo se atribuye a las valoraciones sociales que la población hace hacia dicha preferencia (Dodge et al., 2016; Hertlein et al., 2016, como se cita en Olvera-Muñoz, 2021). Con base en lo anterior, se puede identificar que la falta de referentes con una identidad bisexual en las esferas sociales, profesionales, deportivas, culturales, políticas, etc., hacen complicado que pueda existir esa identificación y/o vinculación, lo cual es de suma importancia en el desarrollo identitario y en la construcción personal individual.
De igual forma, para autores como Yáñez (2019), “el reconocimiento de las diversas expresiones de la bisexualidad coadyuva a una desmitificación de la bisexualidad y en consecuencia, permite que los auto-cuestionamientos que algunas personas bisexuales se hagan estén alejados de la valoración negativa de la bisexualidad” (Olvera-Muñoz, 2021, p.7).
En un estudio reciente sobre “Actitudes hacia la bisexualidad y binegatividad internalizada” (2021) realizado por Omar Olvera-Muñoz “se confirmó la asociación entre las actitudes hacia la bisexualidad y la binegatividad internalizada en personas bisexuales en México” (Olvera-Muñoz, 2021, p.8). Por lo anterior, se concluye que las actitudes de rechazo hacia la bisexualidad se relacionan con una incorporación del monosexismo o la noción de “tener” que elegir únicamente entre ser heterosexual u homosexual.
Desde un punto de partida, la teoría identitaria gay y lésbica ha enfatizado que las amistades y las relaciones con otros hombres gay y lesbianas, y la participación en las mismas comunidades son factores importantes en el desarrollo integrado de identidades gay y lésbicas. “Mientras que hay un registro numeroso de comunidades gay y lésbicas en la literatura, no ha sido el mismo caso para la bisexualidad” (Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p.114).
Es significativo enfatizar que sí existe registro de grupos bisexuales en comunidades urbanas, y se visualiza una tendencia creciente en el número de integrantes dentro del Directorio Internacional de Grupos Bisexuales (Ochs, 1994, como se cita Fox, Garnets y Kimmel, 2003). Lo mencionado representa “un mayor incremento en el grado de acceso para hombres y mujeres bisexuales a comunidades de personas similares durante el proceso de salir del closet y de manera continua” (Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p.115).
Finalmente, existe un área de oportunidad importante en cuanto a la relación entre el proceso de aceptación y salir del closet, y el establecimiento de identidades bisexuales positivas mediante el apoyo comunitario. Se puede deducir que la presencia de una comunidad bisexual visible “podría ciertamente aumentar nuestra comprensión de los cambios en el proceso de salir del closet como bisexual que han ocurrido como una función del tiempo y del desarrollo de una comunidad” (Fox, Garnets y Kimmel, 2003, p.117).
Se puede señalar que, las actitudes de rechazo hacia la bisexualidad tienen una relación directa con la creencia, a veces absoluta, de las preconcepciones y nociones monosexistas, así como de la falta de empatía, compasión y entendimiento por las experiencias de terceros.
Es imperativo, seguir realizando un trabajo de transformación social, cultural y política de forma colectiva, siempre teniendo como objetivo la deconstrucción y la desmitificación de los prejuicios a la identidad bisexual, ya que la intención final es apoyar a que las personas bisexuales se sientan con mayor libertad y comodidad con su propia preferencia sexogenérica e identidad sexual.
Es indiscutible que, la programación sociocultural y educativa que tenemos durante toda la vida, pero especialmente durante la infancia, tiene un efecto abrumador sobre el desarrollo identitario, especialmente si se considera y/o asume una identidad disidente. Este proceso suele ser, desde una óptica personal muy solitario, por lo que haber tenido la oportunidad de experimentarlo desde la confianza y junto con una red de apoyo es invaluable y permite que haya una cimentación más estable de la identidad y la preferencia sexual, así como el respeto a las autonomías física, sexual e intelectual de cada persona.
Desde una visión comunitaria y del propio colectivo LGBTIQ+, con la visibilidad actual de orientaciones sexuales como la pansexual, así como de identidades como la pangénero y aquellas vivencias que se encuentran dentro del paraguas trans, se vuelve cada vez más crítico atender y comprender la multiplicidad de experiencias que puede tener el ser humano, y que todas y cada una son en esencia válidas, siendo parte de la propia construcción de la sexualidad individual y un proceso continuo de vida.
Para concluir, se puede afirmar que las limitaciones se encuentran en la mente, y que el cuestionamiento y deconstrucción es una manera de vivir, aproximarse y evaluar nuestra propia realidad. El cambio y la transformación son parte fundamental del desarrollo tanto de cualquier disciplina como para el autoconocimiento. Una persona puede pasar a través de su vida por una vinculación con múltiples parejas, secuencias de autoidentificación, exploración de prácticas sexuales, etc., siempre con la intención de profundizar en el autodescubrimiento. Si algo en la vida no es estático es definitivamente la sexualidad, así que vale la pena sintetizar nuevas ideas y definir nuevos paradigmas.
Referencias
- Callis, A. (2009). Playing with Butler and Foucault: Bisexuality and Queer Theory, Journal of Bisexuality, 9:3-4, 213-233. https://doi.org/10.1080/15299710903316513
- Erickson-Schroth, L., y Mitchell, J. (2009). Queering Queer Theory, or Why Bisexuality Matters, Journal of Bisexuality, 9:3-4, 297-315. https://doi.org/10.1080/15299710903316596
- Fox, R., Garnets, L., y Kimmel, D. (2003). Psychological perspectives on lesbian, gay, and bisexual experiences. New York, NY: Columbia University Press.
- Olvera-Muñoz, O. (2021). Asociación entre Actitudes hacia la Bisexualidad y Binegatividad Internalizada en Personas Bisexuales. Acta de investigación psicológica, 11(3), 78-86. https://doi.org/10.22201/fpsi.20074719e.2021.3.394
- Olvera-Muñoz, O. (2023). La investigación sobre resiliencia en personas bisexuales. Una reflexión desde la Salud Colectiva. DIVULGARE Boletín Científico de la Escuela Superior de Actopan, 10(20), 36-44. https://doi.org/10.29057/esa.v10i20.10505