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Resumen del artículo

Algunos consideran que las intervenciones quirúrgicas en bebés con características intersexuales están justificadas porque conllevan un alto riesgo de un estigma intolerable. Sin embargo, la comprensión pública de la intersexualidad y su medicalización está poco investigada.

Al repasar recientes estudios cualitativos y cuantitativos sobre la comprensión de la intersexualidad y su medicalización entre personas que no tienen ninguna experiencia profesional o pública sobre el tema intersex, se puede observar: (1) estas personas sin familiaridad al tema razonan sobre los dilemas clínicos basándose en valores de manera similar como lo hacen los profesionales de la salud expertos; (2) pueden sobrestimar la utilidad de los actuales “términos paraguas”, incluido el de intersexualidad, para personas con experiencia familiar directa con la intersexualidad; (3) las creencias sobre los efectos buenos y malos de la intervención médica se ven afectadas por enmarcar la intersexualidad como una condición médica puramente o como la base natural de una identidad social; (4) la identidad sexual es el mejor predictor de opiniones evidenciado sobre la intervención quirúrgica temprana y su limitación legal por motivos de derechos humanos.

Se sostiene que es posible que las reacciones estigmatizantes del público en general pueden no ser una base sólida para justificar una intervención quirúrgica temprana sobre las características intersexuales.

Se considera que los expertos y el público en general pueden estar indecisos entre dos paradigmas principales: autoridad médica tradicional vs. apertura para reconsiderar lo que es necesario considerando los cambios en las normas sociales alrededor de las características sexuales y su relación con las normas de género.

Existe la comprensión que la reestructuración de la relación entre el estigma y la necesidad médica puede crear disonancia cognitiva en los profesionales del cuidado de salud, conflictuándose entre la autoridad médica tradicional y la apertura hacia las perspectivas de otras disciplinas y profesiones.

Análisis del artículo

En el mundo, de manera casi universal, la construcción binaria establece que el género y el sexo comprenden únicamente dos categorías: masculino/hombre y femenino/mujer, rechazando y excluyendo todo lo que no pueda ser entendido dentro de esta estructura dicotómica, imprimiéndole una connotación de anormalidad y ultimadamente provocando su borrado histórico social mediante operaciones de estigmatización e invisibilización constantes.  

Sin embargo, la existencia de personas que no se encuentran dentro de este binomio, ya sea de forma subjetiva o corporal es muy común. La intersexualidad es uno de esos casos, donde se presenta que el cuerpo sexuado de un individuo varía sutil o en gran medida del estándar de corporalidad femenino o masculino culturalmente, es decir lo médica y socialmente aceptado y/o reconocido como normativo.

Por lo mencionado, las personas intersexuales han sido víctimas de estigmatización y discriminación, utilizando como fundamento el “orden natural” y la biología básica, ya que evidentemente no se pueden ubicar en una de las dos categorías de ser hombre o mujer en el sentido tradicional de la construcción de género. Una de las formas más comunes de discriminación, y con una fuerte carga de estigmatización, se ha realizado a través de un sistemático rechazo e invisibilización por medio de procedimientos quirúrgicos “correctivos” y hormonales en infancias intersexuales. Lo anterior, tiene la intención de adecuar la corporalidad y la propia existencia de un individuo, de manera no consentida (debido a su incapacidad de decidir por ser bebés o menores de edad), para que se pueda categorizar en uno de los dos géneros normativos, lo que subyacentemente es motivado por el objetivo de mantener la validez de la estructura sexual binaria.

En el artículo “Compresión pública de la intersexualidad: una actualización sobre descubrimientos recientes” (Public understanding of intersex: an update on recent findings, 2023), realizado por Peter Hegarty y Annette Smith, se presenta un escenario donde se analizan diversas posturas sobre las intervenciones quirúrgicas en bebés con características intersexuales o desórdenes del desarrollo sexual (DSD), donde se exhibe que la principal justificación desde la medicina es el llamado “estigma intolerable”, que no es otra cosa que normatividad binaria sociocultural aplicada en un formato de justificación medicalizada. Sin embargo, los autores de forma directa evidencian una falta de entendimiento, es decir que la comprensión pública de la intersexualidad y su medicalización está poco investigada, lo que sugiere que la normalización de las intervenciones quirúrgicas en variaciones intersexuales fundamenta su necesidad médica en un esquema puramente heterocéntrico, normativo e ideológico, más allá de los supuestos intereses en cuanto a la prevención de problemáticas psicosociales en personas intersexuales.  

Al realizar un análisis cronológico, los autores destacan que desde el S.XIX, la determinación del “sexo verdadero” mediante la investigación y la intervención clínica hacia las personas erróneamente denominadas “hermafroditas” expresaba una fuerte carga moral, y esa moralización se intensificó con la medicalización de la sexualidad al finalizar dicho siglo. Tal vez, esta postura médica es una herencia de una actitud patriarcal que ejerce el control sobre los individuos diversos como forma de dominación sobre sus propios cuerpos.

De la misma manera, Hegarty y Smith hacen referencia a que el estigma se convirtió en un tema central en 1990 gracias a la participación de activistas intersex. De la misma forma, existen dos factores determinantes en cuanto al entendimiento de las variaciones intersexuales: anormalidades que deben ser normalizadas, e identidades sociales con compatibilidad o relación con las identidades disidentes LGBTIQ+.

Asimismo, la bioética tomó un papel central en la cirugía de variaciones intersexuales donde el límite entre las intervenciones médicas benéficas y perjudiciales siguen teniendo una profunda motivación moral y subjetiva. En este sentido, diversas organizaciones de derechos humanos han tenido una participación de suma importancia para la determinación de procedimientos médicos innecesarios como una violación a los derechos humanos fundamentales.

Por consiguiente, se cuenta que las intervenciones médicas se pueden considerar en dos categorías de acuerdo a lo mencionado por los grupos defensores de derechos humanos: las intervenciones problemáticas “cosméticas” o “normalizantes”, y las que son “médicamente esenciales” o “médicamente necesarias”. Sin embargo, el punto de inflexión entre ambas se mantiene ambiguo y no es tan sencillo establecer esa diferenciación de manera práctica, ya que finalmente queda a criterio del experto y/o autoridad médica, especialmente en los casos de bebés intersexuales, donde se les brinda orientación a los padres dentro del marco dominante sobre la intersexualidad en relación directa con las necesidades médicas y la identidad social.

La lectura del artículo ofrece la visión de resultados de varios estudios realizados por Hegarty et al (2021) con participantes de Estados Unidos y Reino Unido acerca de opiniones sobre personas intersexuales y sus familias. En ambos estudios se examinaron variables psicológicas en relación con la preferencia sexogenérica, en este sentido se observó una notable diferencia de opiniones tomando en consideración variables particulares: la presencia de ideologías relacionadas al binarismo de género, autoritarismo de derecha, y la importancia de la identidad social. En relación con lo anterior, la evidencia fue concluyente y mostró que las personas que se identificaron como heterosexuales se mostraron parciales en cuanto a las variables de intervención médica y sus limitantes legales; mientras que los LGBTIQ+, aunque mostraron mayor respeto a los derechos humanos y las limitaciones en las intervenciones quirúrgicas, su preferencia sexual no fue determinante de acuerdo con el desarrollo de los estudios. 

De acuerdo con el texto, se interpreta que el entendimiento del público y el proceder de los expertos puede cambiar si la intersexualidad se aproxima desde un enfoque puramente médico o una situación psicosocial, afectando las creencias ideológicas acerca de las cirugías de órganos sexuales en la infancia, y por lo tanto las propias bases de las decisiones y acciones a desarrollar.

Incluso, se cuestiona si la promoción de la experiencia de vida de personas intersexuales puede tener un impacto significativo sobre el entendimiento y las opiniones del público, lo que provoca que exista preocupación sobre la intervención médica, pero no se establece un vínculo de empatía con las personas intersexuales como grupo, deshumanizando la condición por completo y reificando las experiencias colectivas.   

Conforme a un análisis introspectivo, se puede concluir que es evidente que la estigmatización de las personas con variaciones intersexuales es un asunto de interés real, por lo que todo el sector salud, desde los estudiantes hasta los profesionales, deberían abordar los estados intersexuales desde una visión bioética y un entendimiento de que existen experiencias de vida variables y válidas.

De la misma manera, la figura de la intervención quirúrgica ha jugado un papel de gran responsabilidad al “corregir” a las personas, cuando lo que realmente es imperativo corregir es la visión general de la sociedad. El verdadero trabajo yace en la responsabilidad de la sociedad mediante el ejercicio de la educación integral de la sexualidad, las políticas públicas y el compromiso social continuo.

Definitivamente, de parte de Hegarty y Smith existe una visión integral en sexología, ya que conjugan de manera precisa las implicaciones médicas, psicosociales, ideológicas y sexológicas, considerando un amplio abanico de variables que pusieron en práctica en ambos estudios mencionados, especialmente en lo relativo con la medicina y la identidad social aplicado a casos de infancias intersexuales.

Es alentador que los autores mostraran un profundo respeto por el uso correcto del lenguaje, desde un análisis preliminar de términos paraguas y lenguaje médico, pero siendo objetivos y reconociendo que los pacientes intersexuales que han participado en sus estudios empíricos mostraron un fuerte desagrado por lenguajes y términos patologizantes, donde se establece la vinculación y la empatía para reconocer que algunos sienten que el término intersexual les ha sido impuesto por otros y puede llegar a tener una connotación negativa.

Sin duda, me parece muy honesto y vulnerable el reconocimiento de las limitaciones de los autores en cuanto al uso de herramientas lingüísticas imperfectas, pero definitivamente la intención que tienen de comunicar la información más reciente, así como su compromiso y empatía hacia las personas con esta experiencia de vida, es destacable y se aleja de una visión unitaria a favor de un paradigma multidimensional.   

Referencias

  1. Hegarty, P., y Smith, A. (2023). Public understanding of intersex: an update on recent findings. International Journal of Impotence Research, 35(1), 72-77. https://doi.org/10.1038/s41443-021-00485-w

por José Juan Garza

Especialista en sexología educativa en formación, con enfoque en sensibilización, diversidad sexual, género y atención plena. Su pasión por el activismo en derechos humanos y conocimiento aplicado en materia de la educación de la sexualidad lo llevó a profundizar en el ámbito de la sexología. Ha sido colaborador editorial de diversas publicaciones digitales e impresas a nivel nacional e internacional, así como editor y corrector de estilo.