Imagen: Manada Cachorros Mty.

Como un fenómeno contemporáneo, el puppy (o pup) play se puede definir en lo general como un tipo de juego de roles sexual o no sexual en el que humanos adultos encarnan las características físicas y emocionales de perros, es decir compañeros caninos generalmente jóvenes (cachorros o puppies). Esta práctica se ha convertido en uno de los fetiches y medios de escape espiritual con más crecimiento para jóvenes gay en los últimos años, ya que se considera una subcultura dentro del colectivo LGBTIQ+, sin embargo es una tendencia que se ha popularizado en diversas identidades y orientaciones sexuales incluyendo la heterosexual.   

Por lo anterior, aquellas personas que toman este rol despliegan la postura física característica de un cachorro, pero también exhiben la personalidad mental y emocional, así como los rasgos de comportamiento de un cachorro. De la misma forma, los puppies buscan imitar la vocalización perruna a través de ladridos, aullidos, etc (Boyd, E., 2018). 

Aunque no está clara la precisión de su origen, pero se ubica ampliamente en San Francisco, California a mitad de la década de los 90 de forma contemporánea con otra subcultura sexual también reconocida: el fenómeno de los osos gay (gay bear). Se observa que el puppy play se extrae de la comunidad leather y BDSM (bondage y disciplina, dominación y sumisión, sadismo y masoquismo), la cual incorpora tres subtipos de variación de práctica sexual.

Más específicamente, esta una actividad se desarrolla dentro de una categoría más amplia de interacciones de dominante/sumiso, que se puede clasificar como una expresión fetichista, pero también como una actividad recreativa. 

Como parte de un contexto más amplio, se puede rastrear el ejercicio del puppy play por más de 20 años en fiestas privadas de la convención International Mister Leather (IML), que incluye concursos leather y una serie de fiestas que se realizan cada Memorial Day Weekend en Chicago, IL (Boyd, E., 2018).

Esta subcultura ofrece una forma de resistencia a la heteronorma y una oportunidad para redefinir las nociones tradicionales de masculinidad y sexualidad. También, se ha confirmado mediante investigación exploratoria que los puppies atraviesan un “proceso de salir del closet” secundario único de la mano con una identidad fetichista, más allá del reconocimiento como parte del colectivo LGBTIQ+ (Boyd, E., 2018).   

De manera más puntual, en la práctica los participantes toman el rol de ser puppies o handlers (aquellos quienes cuidan a su propio cachorro), ya sea dentro del contexto de la actividad sexual dominante/sumiso o solamente dentro de un contexto de diversión performativa.

“Pup play se distingue de otros fetiches animalísticos, como el pony play, al enfatizar la importancia de la intimidad, la relajación y las formas de juegos sociales” (Wignall y McCormack, 2017, p. 2). 

Diversas formas de deseo sexual e identidades se han visibilizado altamente en el mundo gracias a la red global, provocando que el propio sexo sea cada vez menos impactante y logrando la “democratización del deseo”.

Como se mencionó, el puppy play integra aspectos del BDSM, incluyendo la instrucción, obediencia, disciplina, sumisión, restricción, recompensas físicas y no físicas, y castigos. Aunque en gran medida los participantes del puppy play utilizan esta práctica para obtener satisfacción sexual, como se mencionó también se evidencia un componente que se relaciona con la relajación, demostrado primariamente a través de la existencia del “headspace” (Wignall y McCormack, 2017).

Cada experiencia es individual y diversa, y no es necesario identificarse como sumiso o dominante para ser puppy, siempre es posible resignificar cualquier fenómeno o práctica sexual de acuerdo con las afinidades, necesidades, deseos, circunstancias y contexto propios. Cuando se aborda el componente no sexual del puppy play, la mayoría de los practicantes utilizan el concepto de “headspace”, y lo describen como:

“Una mentalidad básica donde se olvida o se ignora la parte del cerebro que regula el pensamiento humano y se aborda una posición más instintiva” (Wignall y McCormack, 2017, p.18).

Es decir, que a través del “headspace” el puppy reduce intencionalmente su procesamiento cognitivo en preferencia de reacciones más instintivas.  

Como parte de la experiencia, los puppies utilizan distintos tipos de vestimenta, accesorios o gear, que incluye collares, correas, rodilleras, guantes que asemejan patas o huellas, hoods (máscaras de perro), colas (en ocasiones como un plug anal o como un accesorio que se sujeta de la cintura). Los puppy hoods o hoodies que usan los practicantes por lo general están fabricados de piel o neopreno, un material que pueda estirarse como el spandex; estos artículos se ofertan en diferentes colores, diseños y variedades, muchos de los practicantes utilizan sus hoodies y gear como parte de la personalidad de su puppy por lo que se tiende en mayor medida a la personalización de estos artículos y accesorios.

A manera de resumen, vale la pena destacar que de acuerdo con la investigación “The Psychology of Puppy Play: A Phenomenological Investigation” (2019), se identificaron cinco temas principales que condensan el fenómeno y permiten comprender y abordar el deseo de las personas de participar en esta actividad. Los cinco temas incluyen: 1) placer sexual; 2) relajación, terapia y escape de uno mismo; 3) juego de adultos y fisicalidad vibrante; 4) extensión y autoexpresión; y 5) relaciones y comunidad. De esta manera, se encontró que las personas que participan en el puppy play tienden a tener una mayor autoestima y confianza en sí mismos en comparación con aquellos que no participan en esta práctica (Langdridge y Lawson, 2019).

Es interesante entender que hay diferentes dimensiones dentro de este fenómeno, y que para unas personas se basa en una práctica exclusivamente sexual que puede realizarse en pareja o en grupo, y para otras se convierte en un medio de transformación personal dentro de un contexto puramente social; y es en este contexto lúdico recreativo que la incorporación dentro de una comunidad y el deseo de pertenecer a una manada se vuelve un componente fundamental del ejercicio del puppy play.

Por lo anterior, los participantes exhiben sentimientos de libertad, relajación y vinculación emocional con sus compañeros, así que no es de extrañarse que los miembros de estos grupos ya sea sexuales o sociales tengan un fuerte sentimiento de pertenencia y establezcan conexiones profundas con los demás integrantes de su grupo. Adicionalmente, las investigaciones realizadas sugieren que esta práctica puede ser una forma de escapar del estrés y la presión social, y de encontrar una sensación de pertenencia y aceptación.

Por otra parte, dentro de una manada pueden existir diferentes tipos de puppies: 1) alfa, es el cachorro dominante, el líder de la manada; 2) beta, son cachorros versátiles, que disfrutan tanto servir como ser dominantes; y 3) omega, son sumisos, los más tranquilos del grupo. Todos los tipos de cachorros conviven dentro de una manada en diversos espacios sociales, reuniones o eventos.

Sin duda, esta práctica y su cultura asociada permiten tener una visión más profunda de las motivaciones, beneficios y desafíos asociados a la misma. Finalmente, hay mucho más que explorar de una experiencia con tantos matices, donde para unos puede ser una liberación intensa en el plano sexual, para otros puede convertirse en un medio para transformarse en quien siempre han querido ser, más allá de la operación activa de la mente y mucho más en contacto con el inconsciente.

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Explorando el Puppy Play | Hablamos sobre el Puppy Play, una subcultura que nace del BDSM en los años 90’s en San Francisco. El Puppy Play es una práctica y un estilo de vida que ha ayudado a muchas personas con su autoestima y felicidad, y aunque está más asociado con hombres gay, hay una mayor apertura en cuanto a las preferencias s3xogenéricas e identidades s3xuales de sus practicantes | @manadacachorrosmty | #S3xologiaEducativa #CodigoErotico #SaludS3xual #Diversidad #S3xualidadConsciente #PuppyPlay #S3xualidadDiversa #Inclusion

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Referencias  

  1. Boyd, E. (2018). The new kink: Human pup-play in the contemporary moment. San Francisco State University.
  2. Langdridge, D., y Lawson, J. (2019). The psychology of puppy play: A phenomenological investigation. Archives of Sexual Behavior48, 2201-2215.
  3. Wignall, L., y McCormack, M. (2017). An exploratory study of a new kink activity: “Pup play”. Archives of Sexual Behavior46, 801-811.

por José Juan Garza

Especialista en sexología educativa en formación, con enfoque en sensibilización, diversidad sexual, género y atención plena. Su pasión por el activismo en derechos humanos y conocimiento aplicado en materia de la educación de la sexualidad lo llevó a profundizar en el ámbito de la sexología. Ha sido colaborador editorial de diversas publicaciones digitales e impresas a nivel nacional e internacional, así como editor y corrector de estilo.