El término BDSM (Bondage B, Disciplina Dominación D, Sumisión s, Sadismo S y Masoquismo M) es un producto de una construcción social que abarca diversas maneras de relacionarse asociadas con el sadomasoquismo, los juegos de roles, el intercambio de poder y los fetiches. En su mayoría, pero no en todas las formas y ocasiones, en el BDSM se atraviesa la dimensión del intercambio sexual. Las prácticas son abordadas con premeditación y precaución, no son ejecutadas a la ligera e implican un acuerdo previo o consentimiento entre las personas involucradas.
Como parte del contexto, las manifestaciones del sadismo y el masoquismo han estado presentes a lo largo de la historia humana. El sadomasoquismo fue adquiriendo una connotación sexual gracias a dos influyentes autores de obras literarias: el Marqués Donatien Alphonse François de Sade a finales del Siglo XVIII, y por Leopold von Sacher-Masoch, escritor de novelas con una narrativa que describe prácticas de sumisión y masoquismo sexual que surgieron un siglo posterior a Sade (Ríos, Amundaray y Arenas, 2019).
El BDSM es un fenómeno relativamente nuevo, originario de Estados Unidos y Europa en los años 50 del Siglo XX con el que muchas personas se han relacionado indistintamente de su preferencia sexual o identidad de género. De esta manera, el BDSM puede ser experimentado como una subcultura, una comunidad que se rige bajo ciertas normas y costumbres, y utilizan diversos tipos de juguetes (como látigos, cuerdas, esposas, etc.), accesorios (potro, cruz de San Andrés, columpio, etc.), indumentaria (underbust, arneses, corsés, etc.) y métodos particulares para relacionarse (Ansara, 2019; Oyhantcabal y Recalde, 2023).
El BDSM se puede entender también como un kink, un término paraguas para describir prácticas, conceptos y fantasías sexuales no convencionales o no normativas, el cual está asociado también la expresión fetichista más allá de lo convencional o vainilla. Este término también se refiere a cualquier actividad o elemento que incrementa la experiencia sensorial del placer, la excitación erótica y el orgasmo (Shahbaz y Chirinos, 2017, como se menciona en Ansara, 2019). El BDSM integra varias expresiones comportamentales de la sexualidad, como el masoquismo, el sadismo y el fetichismo.
Para las personas participantes en relaciones y actividades de esta naturaleza, el S/M se describe principalmente como juegos de dolor o juegos de impacto (Crane, 2019, como se menciona en Ansara, 2019). La naturaleza del S/M se enfatiza como una experiencia sensorial íntima, interactiva y multifacética que no se limita únicamente al dolor o al impacto, existen una gran variedad de prácticas que se pueden abordar golden shower, edging, cumcontrol, etc. Según Weinberg, la división entre Sadismo y Masoquismo suele ser artificial, ambos aspectos son complementarios y no opuestos (Winberg, 2008, como se cita en Oyhantcabal y Recalde, 2023).
Estas prácticas se pueden realizar de forma privada en pareja, con personas que solo interactúan en las prácticas, o de forma colectiva a través de grupos que organizan “eventos” o “fiestas” donde se ejecutan diferentes sesiones (Oyhantcabal y Recalde, 2023).
Dentro de las relaciones y las comunidades BDSM/kink, se pueden identificar diferentes actores: los Dominantes (D o Dom), quienes sienten atracción por expresarse desde un abordaje de control y dominación; los sumisos (s o sub) quienes interactúan desde la sumisión y que realmente son los que establecen los límites; y los Switches (S o Switch), quienes se sienten atraídos por una visión más flexible de la práctica misma y disfrutan fluctuar entre roles. Ninguno de estos roles es absoluto, y puede cambiar a través del tiempo o existir de manera independiente entre sí.
La práctica BDSM integra una estructura muy definida, las reglas no solo le dan forma, lo que se puede o no se puede hacer, sino que tienen relación directa con los roles que adoptan las personas, su función determinada y también con las formas de experimentación a través del cuerpo (Oyhantcabal y Recalde, 2023). El intercambio de sensaciones puede formar un componente integral del consentimiento regular dentro de las interacciones deseadas por las personas involucradas.
El BDSM no requiere necesariamente que exista orgasmo, desnudez, contacto de órganos sexuales, o incluso un contacto directo en absoluto (Simula, 2019, como se menciona en Ansara, 2019). Se puede destacar que incluso personas en el espectro asexual (ace) disfrutan de varias actividades BDSM/kink.
Se puede enfatizar que, las personas practicantes coinciden que el BDSM marcó un antes y un después en la forma de vivir su sexualidad y afectividad, en este sentido son prácticas que llegaron para quedarse en sus vidas (Oyhantcabal y Recalde, 2023).
Los eventos o la ejecución de las actividades BDSM tienen la capacidad de romper el tiempo y transgredir el espacio de lo cotidiano, por lo que en este espacio privado o de realidad alterada se presentan otros códigos, roles o formas de experimentar el cuerpo y la sexualidad.
Se reconoce que el fenómeno fisiológico que ocurre durante las experiencias S/M y los headspaces o estados alterados de conciencia (subspace, Domspace, etc.) provocan que los estímulos dolorosos puedan producir efectos deseables y excitantes a nivel fisiológico, emocional y relacional (Ansara, 2019).
Dentro las prácticas B/D, en el bondage se pueden incluir ataduras con cuerdas, descrito en ocasiones como rigging (juegos de cuerdas), así como otras formas de restricciones, confinamiento o limitación del movimiento. En la disciplina, se pueden experimentar formas de intercambio de sensaciones como flogging (azote), spanking (nalgueo), cane (impacto con vara), etc.
Vale la pena destacar que la ropa acentúa los roles, quien domina usa zapatos o tacones altos para realzar su superioridad al quedar por encima de quien es dominado que queda en otro nivel y es inferior en términos de poder. Siguiendo con lo anterior, los roles de dominación y sumisión conllevan una actvidad performativa a través de la ropa y la actitud; la vestimenta en estas prácticas puede ser de diversos materiales como la piel, la más tradicional, o más actualmente, se usa el látex, nylon, PVC, spandex, red, entre otros. Esta indumentaria no solo es decorativa, sino que proyecta texturas y tonalidades, así como olores que tienen diferentes estímulos en los practicantes, lo que permite crear el contexto de la práctica misma, y poder entrar en el juego de la fantasía (Oyhantcabal y Recalde, 2023).
Las prácticas trascienden lo puramente sexual, entendido como prácticas vinculadas exclusivamente a lo coital, sino que tienen un aspecto lúdico y proponen pensar el cuerpo como un espacio para el placer, una zona erógena en su totalidad y de experimentación. Asimismo, de acuerdo con Paul Preciado (2011), se rompe la norma heterosexual que enmarca las relaciones sexuales siempre en término de la genitalidad (Preciado 2011, como se menciona en Oyhantcabal y Recalde, 2023).
De esta manera, lo mencionado va en sintonía con la posibilidad de “desterritorializar y reterritorializar las fuentes del placer, en tanto implicaría la descentralización de la genitalidad como locus privilegiado del goce” (Liarte Tiloca, 2016, como se cita en Oyhantcabal y Recalde, 2023, p. 80).
Es de vital importancia negociar y comunicar asertivamente, necesidades, deseos y consentimientos para establecer acuerdos, siendo necesario establecer los límites también, que son definidos por los participantes como el punto máximo del dolor al que llega una persona o también las prácticas sexuales que quedan excluidas de los gustos y preferencias contempladas en el acuerdo. De esta forma, existen límites duros, que son los que nunca se deben de sobrepasar, y límites suaves, que al principio pueden incomodar pero que pueden ser resignificados (Ríos, Amundaray y Arenas, 2019).
Una de las reglas más importantes en el BDSM tiene que ver con el consentimiento y el uso de palabras de seguridad. Las personas que van a realizar una práctica acuerdan previamente una palabra o un gesto que cuando es enunciada o efectuado interrumpe inmediatamente la práctica, por lo que es importante siempre dejar una parte del cuerpo libre (Oyhantcabal y Recalde, 2023).
El BDSM es una práctica que se trabaja de manera progresiva, que fomenta la creatividad, la libertad de experimentación de nuevas sensaciones, gustos y actividades que antes no se pensaban que se podían realizar y que generaría placer. De hecho, la práctica ofrece un espectro de posibilidades ilimitadas, donde todo está permitido desde un marco de una ética interpersonal que se base en lo sano, seguro y consensuado (SSC), o en la propuesta más actual de cuidado, comunicación, consentimiento y precaución (Ríos, Amundaray y Arenas, 2019; Ansara, 2019).
Finalmente, crear, mantener e involucrarse en experiencias BDSM es una decisión propia y una experiencia personal que se comparte con las personas involucradas. En definitiva, es una práctica multidimensional que tiene muchas aristas que te permiten explorar diferentes facetas, elementos y estímulos desde el consentimiento, seguridad y libertad, para progresivamente ir más allá de los límites y las experiencias diversas a tu ritmo y de acuerdo con tus deseos.
Referencias
- Ansara, Y. (2019). Trauma psychotherapy with people involved in BDSM/kink: Five common misconceptions and five essential clinical skills. Psychotherapy and Counselling Journal of Australia, 7(2).
- Oyhantcabal, L. y Recalde, L. (2023). El desborde de lo erótico. Prácticas BDSM y poliamorosas en Uruguay. Mora (Buenos Aires), 29(1), 6-6.
- Ríos, V., Amundaray, A., y Arenas, Y. (2019). Vivencias de las prácticas sexuales asociadas al BDSM: los límites contemplados dentro de lo Sano, Seguro y Consensuado. Ciência & Saúde Coletiva, 24, 1679-1688.