A 40 años de los primeros diagnósticos reactivos al VIH, la problemática central a atender y superar es la discriminación y serofobia que son atravesadas por el estigma, la etnicidad, el género, la orientación sexual, el perfil socioeconómico, y por supuesto la represión a la libre sexualidad mediante la categorización moral en relación con las prácticas sexuales.
Desde la década de 1980 el activismo de la diversidad sexual estuvo vinculado a la política a favor de los derechos y lograr la necesaria visibilidad y atención para la población diversa y a partir de 1999, se tuvo una mayor presencia e impacto de los colectivos en los espacios públicos partiendo de una interpretación de la realidad nacional y de la historia del movimiento LGBTIQ+. “El acceso a retrovirales [TARV] fue gracias a los activistas de la vieja escuela que obviamente tuvieron una gran participación en la calle y afuera del congreso, afuera de la cámara de diputados, afuera del palacio nacional y entonces se logró por medio de muchísima presión social y de los activistas y de las PVV” (Guadarrama y Montoya, 2024, p. 103).
Es importante destacar que, más allá de la atención privada y el Seguro Social (IMSS o ISSSTE), los CAPASITS, las clínicas condesa, CENSIDA, etc., todo fue producto de la emergencia, de la presión del activismo mediante el esfuerzo y un trabajo diario y constante a nivel de calle desde lo comunitario, social y político.
Por lo mencionado, es inaceptable que aún hasta la fecha el VIH sigue siendo concebido erradamente en términos morales como un efecto directo de las prácticas sexuales que no están dentro de la heteronormatividad y las consecuencias de este razonamiento se reflejan en el abordaje y la interacción social en los espacios públicos (Guadarrama y Montoya, 2024).
La experiencia de relacionarse con el VIH se construye a partir de historias de vida concretas, resaltando que el diagnóstico y la vivencia con VIH son situaciones que se experimentan a lo largo de una vida, así como en relación con los servicios de salud, avances médicos, cambios macrosociales, vinculaciones sociales y afectivas, etc. (Zetina y Martínez, 2024).
En la actualidad, la relación con el VIH es dinámica y dialéctica, donde se fomentan y enfatizan los procesos de resignificación desde una experiencia subjetiva; es importante entender que este proceso “estará mediado por contextos socio históricos e individuales. Combatir el estigma es un proceso colectivo y relacional” entre todos los actores involucrados buscando el bienestar colectivo e individual (Zetina y Martínez, 2024, p. 2).
De esta manera, los fenómenos como la serofobia, la homofobia, y la discriminación hacia personas que viven con VIH (PVV) se entienden como experiencias que se abordan en el sistema sexo-género, cimentado en las condiciones materiales de la vida, que se determinan por los cambios en la estructura económica imperante de la sociedad, y la heteronormatividad como biopolítica, que es un patrón dominante y hegemónico en las relaciones sociales (Guadarrama y Montoya, 2024). En este sentido, los comportamiento y actitudes de las personas en general están más cerca de mitos, creencias, emociones y pautas culturales y sociales que sobre el conocimiento científico existente.
Por lo mencionado, se puede definir el estigma, ya sea simbólico o instrumental, como un proceso social relacionado con cuestiones de poder y control social a través de instancias políticas, económicas, sociales y culturales, que se encargan de producir, reproducir y mantener la inequidad social (Parker y Aggleton, 2003, como se menciona en Infante, C., et al., 2006).
La visibilización, desestigmatización y la reapropiación de un diagnóstico reactivo al VIH, genera un contra discurso que, aunado al deseo de afrontar y aceptar esta nueva condición de vida, desencadena una serie de autoreflexiones y resignificaciones del propio diagnóstico, pero también de las prácticas sexuales que llevaron a este (Rodríguez, 2005, como se cita en Zetina y Martínez, 2024). Lo mencionado, provoca homofobia y serofobia interiorizada, una realidad que es importante erradicar desde la autonomía sobre el autocuidado y la apropiación del disfrute sexual sin estigmas ni esquemas de valor basadas en un mandato moral o socio normativo.
El modelo cultural hegemónico se tradujo en formas de conciencia que impactaron a la sociedad en su conjunto, incluyendo a la comunidad LGBTIQ+. El estigma hacia el VIH y por lo tanto hacia las PVV “no sólo es una opinión o actitud individual, sino que puede ser interpretada, desde la totalidad [determinación social], como un entramado de interacciones con las estructuras de poder que tiene consecuencias de exclusión” (Guadarrama y Montoya, 2024, p. 98).
Es importante visibilizar las especificidades de la vivencia de la población diversa en torno al VIH. Específicamente las personas homosexuales, bisexuales, transexuales, trabajadoras sexuales, usuarias de sustancias inyectables, tienen ya una condición de segregación o de discriminación o de señalamiento desde varios aspectos. Ahora una persona que es homosexual y que vive con VIH es doblemente estigmatizada, pero también una persona que es homosexual y que viven en la periferia en condición de vulnerabilidad es triplemente estigmatizada (Guadarrama y Montoya, 2024).
El discurso biomédico-hegemónico de “sexo seguro” respecto al ejercicio de la sexualidad de una persona diversa, no va en sintonía con las vivencias reales de la población, ya que la sexualidad y su ejercicio requieren de una visión integral y colectiva, por lo que el discurso médico puede ser utilizado como una herramienta de alienación y control de la población diversa (Calabrese y Mayer, 2020, como se mencionan en Zetina y Martínez, 2024).
La narrativa biomédica mencionada es recurrente en la literatura, investigación y estudios en torno al VIH y las prácticas sexuales “de riesgo”, denominadas así desde el prejuicio, visibiliza la necesidad de educación, orientación y atención en sexualidad, que sean realmente integrales y desde las cuales se pueda trascender los modelos tradicionales exclusivamente enfocados a la prevención de infecciones y de embarazos no deseados, que desestiman las inquietudes, las problemáticas y las necesidades que los jóvenes y la población en general presentan sobre sus vidas sexuales (Boldo, C., et al., 2024).
Con la intención de desmitificar la narrativa sobre el VIH, es importante enfatizar que existen 3 condiciones fundamentales para exista una posibilidad de que haya transmisión: 1) Parece obvio, pero no lo es, que exista la presencia del virus y una concentración de carga viral suficiente; 2) Fluido transmisor, es decir que haya una exposición a un fluido que pueda albergar de manera concentrada el virus; y 3) Vía de acceso al torrente sanguíneo, no es suficiente haber estado en contacto con un fluido transmisor para que exista seroconversión, el VIH solo puede entrar por medio del acceso directo a la sangre a través de las membranas mucosas (OMS, 2023).
La prevención, detección, atención y tratamiento médico debe de identificar las necesidades y prácticas sexuales de la población diversa para que así desde su autonomía, derechos sexuales y reproductivos, y libre desarrollo de la personalidad, se tomen decisiones informadas y libres de estigma en relación con sus prácticas sexuales, código erótico y esquemas relacionales y afectivos. En este sentido, la realidad actual donde se tiene acceso a la TARV, donde indetectable = intransmisible, donde existen estrategias puntuales más allá del uso de métodos de barrera como el acceso a la profilaxis pre exposición (PrEP) y la profilaxis post exposición (PEP), le permite a las personas en lo individual y en lo colectivo decidir desde sus realidades, su construcción del deseo y su libertad sin miedo, estigmas y coacción.
De las poblaciones claves en materia del VIH, los hombres que tienen sexo con hombres (HSH) son los que tienen mayor prevalencia entre PVV. Por esta razón, en mayor medida “las propuestas para el cuidado y la prevención tendrían que plantearse desde las prácticas sexuales de los hombres gays, enfocadas de manera clara, abierta y profesional; sin estigmatizar las practicantes sexuales […] Reconociendo que hay ya una resignificación de estas prácticas sexuales debido a vivir con VIH o la toma de la PrEP” (Cuadra Hernández et al., 2015, como se menciona en Zetina y Martínez, 2024, p.18).
La salud comunitaria funciona por medio de la aplicación de conocimiento y el uso de herramientas que permiten atender las necesidades de un grupo, de manera horizontal y participativa, ya que la salud se considera un proceso que abarca la dimensión biológica, emocional y social del ser humano (Boldo, C., et al., 2024).
Si bien la cobertura de la TARV ha aumentado, todavía no es suficiente, y más considerando que las problemáticas relacionadas con el VIH van mucho más allá del virus por sí mismo, sino que tienen su mayor impacto en la dimensión social, afectiva, laboral, familiar, sexual y emocional, es decir es un tema de fondo estructural.
Sin duda, los derechos de la población diversa y de las PVV son parte de una lucha por la dignidad y el buen vivir en cualquier aspecto de la vida social, política, afectiva y de salud. Es urgente aplicar estrategias educativas que vayan más allá de lo técnico-biológico, sino que traten de manera integral las dimensiones socio emocionales y de la sexualidad, de tal manera que se promueva la práctica de la libre sexualidad, la toma de decisiones asertivas desde la propia responsabilidad y el desarrollo de habilidades de negociación para el establecimiento de acuerdos en la sexualidad.
Referencias
- Boldo, C., et al. (2024). Factores psicosociales y prácticas de riesgo en población usuaria de pruebas rápidas de VIH.
- Guadarrama, G. y Montoya, M. (2024). Activismo y defensa de derechos de las personas que viven con VIH en México: una interpretación desde las condiciones que impone la heteronormatividad. La ventana. Revista de estudios de género, 7(59), 76-111.
- Infante, C., et al. (2006). El estigma asociado al VIH/SIDA: el caso de los prestadores de servicios de salud en México. Salud pública de México, 48(2), 141-150.
- Organización Mundial de la Salud. (2023). VIH y SIDA. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/hiv-aids
- Zetina, E., y Martínez, G. (2024). Resignificaciones del VIH: historia de vida de un hombre gay después de un diagnóstico. Scielo Preprints.